De alguna manera mágica logré engancharme a ver el ensayo general.
Ya contrabandeada dentro del Teatro solo tenía que encontrar el acceso a la sala.
Pasillo, escalerita y ahí esta.
Pasillo escalerita, y más escalerita, y mucha escalerita, un descanso que estaba lleno de latas de vacías de cerveza, cartones vacios de vino y puchos, un poco más de escalerita y terminé en la garita del iluminador.
Me asusté del cuadro alcoholico en la catedral bonaerense del arte.
Para el otro lado mas pasillo y mas escalerita y termine en la sala de afinación.
Para otro lado parecía que sí, pasillo, escalerita y una luz como de sala y estaba arriba del escenario.
Me maree! Mal!
Como que me empezo a faltar el aire.
Mi contacto desde el foso intentaba darme indicaciones vanas.
En fin.
Finalmente pregunte y nada que ver a lo que pensaba y accedí a la sala.
La ópera Werther... que se yo... me aburrí.
No me acordaba casi nada del Liceo de la novela pero con la traducción hile algo.
Que un poeta se enamora de una tipa casada o con novio ponele.
Y al final se muere, eso me lo acordaba.
La puesta parecía un mazo de cartas que compré hace poco.
Los vestiditos, los trajecitos...
Total a la mitad me tome el buque a mi casa.
La diversión barata es mi fuerte y lo mejor del viaje es lo inesperado que se encuentra camino a lo esperado.
Es así.
