
Los porteños no se deciden entre odiarme o amarme.
Es muy bueno que Buenos Aires quede a 45 minutos de puro placer a bordo del auto en la buenas compañias que aprovechan los aventones.
La macana es que las reglas de tránsito son solo conocidas por los lugareños y una queda como la pajuerana que es, en el mejor de los casos y en otros con el auto confiscado, o víctima de la corrupción coimera de la policía federal o que se yo cuantas cosas mas.
En fin, si no es una cosa es la otra.
Resulto ser que me disponía a doblar en Corrientes circulando por Callao, ahí hay carril para transporte público y como corresponde yo estaba en el de particulares como me costo aprender un acta comprobatoria que me hizo un funcionario de Macri.
Si tenés que doblar, doblás... obvio... algunos micros y taxis doblaban, otros parece que no... que se yo... seguro que le tire el auto a un taxi que me profirió: "Sos boluda"
Bue... doble y el tipo dobló conmigo... seguro que para evitar un choque, cuando se me puso a la par me lanzo el ginecológico "Conchuda de mierda" que seguro merecía mi maniobra.
Estacione e hice lo que iba a hacer.
De regreso ya de madrugada pare en un semáforo con la ventanilla a medio abrir, como me aconsejaron que no hiciera. Ahí un trapito, no muy pibechorro según me pareció, me dijo:
- Le limpió el vidrio?
- No, gracias. (Verdaderamente estaba limpio y temí que lo enchastrara más)
- "Reina" (!) tiene una moneda.
- No, las gaste en el parquímetro. (Era verdad, no tenia posta)
- Me da un carmelo?
- No tengo. (Posta no tenia)
- Un beso?
- ... (!!!!)... (Ahí le mande la mejor sonrisa de sorpresa que tengo seguro)
Se rió también y cambió el semáforo.
Seguro no fumaba porque no pidió cigarrillos.