Graffiti. Valparaíso

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Tour Sorellas

El mejor plan es no tener plan.
Esta vuelta llevo pasajera.


viernes, 11 de marzo de 2011

Cuando todo importa poco


muy pero muy poco.
Resulto ser que me invitaron al teatro, agarre mi auto después de una patética clase con los pibitos de primer año donde me equivoque el nombre de la materia que tenía que dar.
No importa, las primeras clase son así, perdonables.
Aventón donde me reí con mucha intensidad con mi copiloto.
Llegue y el trapito me dice que estacione atrás del kiosco, atrás interprete después del quiosco.
Cene en very traditional restaurante.
Yendo para el teatro sobre la calle Corriente teníamos que pasar por el auto, que no estaba.
No estaba.
Desesperación mas que nada ajena.
Vaya! Hagan la cola, yo averiguo que paso.
Que paso? Nada... el trapito indicaba técnicamente atrás del kiosco, mirando la vereda de enfrente que no se viera, o sea detrás, ni adelante ni atrás sobre la calle porque había parada de subte y es salida de emergencia y la grúa cumplió su cometido recaudatorio llevándoselo.
No importa, esta bien guardado
Vimos la obra, me reí.
Confirme mi talento en la guionización.
Fui a buscar el auto mientras me asesoraban dos reabogadas y una psicopedagoga especializada en discapacidad.
No, si cuando una tiene un inconveniente siempre esta la gente mas oportuna al lado.
Entramos a la playa subterránea rengueando todo lo posible, agarrándome del brazo de las otras para agravar mi imagen aguantandome la risa terrible que me provocaba la situación.
Las chicas intentaron patotear a la zorra, zorra por su trabajo.
Nada, que tenga el papel de excención de arba parece que no me da derecho de estacionarme donde sea.
Pague la multa con la tarjeta de débito.
No, si cuando te quieren cobrar a la medianoche tienen todo pensado.
No importa. Otra multa mas que le hace a los tour.
Salgo con mi auto libre y me subo a unos bloquecitos que separan las sendas.
No importa.
Las chicas se bajan y se vuelven en taxi con la certeza que no da para mas la velada.
Yo agarro la autopista y cuarenta minutos despúes estoy escribiendo esto.
A veces la diversión no es barata pero vale la pena la actitud de la no desesperación.
En la cancha se ven los pingos.
Cuando el fundamento filosófico es sólido no hay con que darle.

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